Gran parte de nuestra economía y de nuestro estilo de vida se mantiene gracias a la existencia de petróleo barato. El petróleo ha sido, como afirma Lefi Wenar, la mejor solución al reto de mover personas y bienes. Vivimos en sociedades con un elevado consumo de energía per cápita (el equivalente a 23 sirvientes trabajando para una persona cada hora de cada día). Y esto ha sido posible, en gran medida, gracias a la extracción y uso del petróleo.
Pero la dependencia del petróleo tiene numerosas consecuencias para la sociedad mundial, algunas de ellas indeseables desde el punto de vista ético, medioambiental y de organización social. En Blood Oil: Tyrants, Violence, and the Rules that Run the World, Lefi Wenar, profesor de filosofía y derecho del King’s College (Londres), analiza el papel que la extracción de petróleo ha jugado en la degeneración política y social de numerosos países así como las derivaciones éticas y políticas para los consumidores en los países importadores de petróleo.
Una idea clave del libro, fundamentada de modo consistente por numerosas investigaciones, es que la explotación de petróleo es, para la mayoría de países, una suerte de maldición (la maldición de los recursos), dados los devastadores efectos que la dependencia del dinero del petróleo tiene sobre la organización social y el funcionamiento de la economía de estos países. Los países petroleros tienen una mayor probabilidad de ser gobernados por un régimen autoritario, así como de experimentar una guerra civil o de participar en un conflicto armado que aquellos países que no disponen de petróleo. El petróleo es una fuente de riqueza, podría pensarse, pero, en la mayoría de los casos, ocupar un territorio rico en petróleo sólo empeora el funcionamiento de una sociedad.
Esto, por supuesto, no es una consecuencia inevitable de la disponibilidad de este preciado recurso natural. Lefi Wenar utiliza, aquí, la metáfora del alcohólico y la disponibilidad de alcohol. Según Wenar, el petróleo es dañino para una sociedad de forma parecida a como el alcohol es dañino para una persona. En pequeñas dosis, el consumo de alcohol puede tener ciertos beneficios para una persona funcional. Pero para un alcohólico, disponer de alcohol en abundancia puede ser su sentencia de muerte. Algo similar ocurre con las sociedades y la extracción de petróleo.
Para una sociedad avanzada altamente funcional (véase Noruega), la explotación de petróleo puede ser una fuente extraordinaria de recursos. Recursos que pueden ser utilizados en beneficio de la población. Para una sociedad disfuncional, con un nivel bajo de auto-control social (léase con elites extractivas, sin imperio de la ley, sin estado centralizado y responsable, sin división de poderes y democracia, sin economía diversificada y de mercado, etc.), disponer de petróleo puede amplificar los problemas de corrupción, ausencia de rendición de cuentas, cleptocracia, etc.
Pero, ¿por qué el petróleo puede ser una fuente de problemas? Bien, la cuestión es que el petróleo es una fuente de dinero fácil. Un país con un bajo auto-control es probable que acabe haciendo un mal uso de este dinero. En esencia, porque las jerarquías clientelistas corruptas probablemente utilizarán el dinero para mantener su estructura autoritaria cleptocrática, es decir, para incrementar su patrimonio y el de sus aliados al tiempo que tendrán menos incentivos para invertir en reformas que permitan la modernización de la sociedad.
Noruega es un ejemplo de uso virtuoso del dinero procedente del petróleo. El fondo del petróleo es una especie de plan de pensiones constituido durante años a partir de los beneficios de la explotación del petróleo. El capital de este fondo equivale a más de 100.000 euros por habitante de Noruega. Y los beneficios anuales derivados de los intereses de su inversión permiten pagar una parte sustancial del estado de bienestar noruego.
Guinea Ecuatorial es un ejemplo de lo opuesto. Un país con grandes reservas de petróleo y gas cuya población tiene las cifras más bajas de acceso a agua potable de todo el continente africano. ¿Qué ocurre con el dinero procedente del petróleo? Simplificando mucho, que este dinero se utiliza para financiar los despropósitos de su gobernante autocrático, reconocido “asesino, torturador y ladrón” y su círculo de aliados y familiares.
Los procesos socio-políticos por los que una misma fuente de ingresos (un recurso natural como el petróleo) puede alimentar un círculo virtuoso de modernización y sostenibilidad social o bien un círculo vicioso de pobreza y falta de seguridad y libertad son extremadamente interesantes. Pero Wenar centra más bien su atención en argumentar por qué deberíamos estar preocupados moralmente por el consumo de petróleo procedente de países dirigidos por elites cleptocráticas. El hecho de que nuestra economía se fundamente en el uso de petróleo, con las consecuencias que su explotación conlleva, plantea, nos dice, un problema de acción colectiva con derivaciones éticas.
En esencia, cada vez que llenamos el depósito de gasolina de un coche, estamos anteponiendo una necesidad práctica de sostener nuestro estilo de vida a nuestro probable rechazo moral al origen de la gasolina. Wenar propone una acción internacional basada en un principio: no consumamos ni importemos petróleo procedente de países “no libres”. Para ello, propone un conjunto de acciones legislativas y de acción social originada en los países importadores que permita frenar el consumo de petróleo maldito. Algo similar a lo que se ha hecho con el consumo de los “diamantes de sangre”.
Quizá, solo un proceso de reforma social interno orientado a generar un mayor nivel de “auto-control social” pueda liberar a los países de la maldición de los recursos. Pero las acciones por parte de los países consumidores pueden influir en este sentido. El petróleo es un pilar fundamental de la economía mundial. Pero su producción resulta devastadora para muchos países. La lectura de Blood Oil: Tyrants, Violence, and the Rules that Run the World es una buena fuente de ideas y debate sobre cómo reducir este efecto indeseable.
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