jueves, 26 de julio de 2018

Comprendiendo el Posmodernismo

Leer filosofía postmoderna es una actividad arriesgada para cualquier estudiante de ciencias sociales. Para el científico natural, un texto de Foucault o Derrida puede ser una excursión inofensiva. Rápidamente volverá al laboratorio. Pero para el estudiante de sociología o de psicología social, las consecuencias pueden ser funestas. Un texto posmoderno puede resultar en un “mal viaje”. Del que nunca se recupere.   






Para prevenir una intoxicación postmoderna conviene leer, de tanto en tanto, algún análisis crítico del pensamiento postmoderno. Una breve introducción al Posmodernismo que no conocía es la de Stephen Hicks, profesor de filosofía en el Rockford College (Estados Unidos). En Explicando el posmodermismo: La crisis del socialismo, Hicks explora los supuestos metafísicos y epistemológicos del Posmodernismo, sus antecedentes históricos en la contrailustración así como las conexiones de la filosofía posmoderna con la izquierda radical. Para Hicks, el Posmodernismo es el resultado final del ataque contrailustrado a la razón, que transformado en una ideología política es adoptado por una parte de la extrema izquierda con el objetivo de destruir el orden capitalista ilustrado.

Hicks considera el Posmodernismo un movimiento filosófico y cultural integral inspirado en el pensamiento contrailustrado iniciado por Kant que combina una metafísica antirealista con una epistemología subjetivista y relativista con el activismo político colectivista y nihilista. Si la filosofía de la ilustración supone la defensa del objetivismo y el realismo, el empiricismo, el racionalismo y el individualismo, el Posmodernismo plantea tres ideas fundamentales: a) no existe una realidad independiente de la conciencia, es decir, la realidad sólo existe en nuestro cerebro; b) no es posible adquirir un conocimiento objetivo de la realidad, es decir, la objetividad es un mito, no existe “la verdad”, “la manera correcta” de leer la realidad sino que la verdad es relativa al tiempo y al lugar, todas las interpretaciones son igualmente válidas; c) los individuos no son seres autónomos sino marionetas de fuerzas sociales superiores.

El Posmodernismo es el resultado final del ataque de la Contrailustración a la razón.

Una tesis principal del libro de Hicks es que una parte de la izquierda radical -sobre todo de la izquierda académica- asume como propios los principios epistemológicos del Posmodernismo tras el fracaso del pensamiento marxista. Nos cuenta Hicks que, abandonadas gran parte de las hipótesis más importantes del marxismo a partir de los años 50 del siglo pasado, parte de la izquierda académica cambia su énfasis, adoptando una postura relativista e irracionalista con la que poder combatir el orden social. Si los datos muestran que las sociedades capitalistas prosperan en todos los indicadores de calidad de vida, salud y bienestar, los datos son relativos -piensa la nueva izquierda posmoderna.
   
“Metafísicamente”, el Posmodernismo es antirrealista, y considera que es imposible hablar en serio de una realidad de existencia independiente.

Con independencia de la hipótesis de la vinculación entre Posmodernismo e izquierda radical, el libro de Hicks es una interesante introducción al pensamiento posmoderno. Se echa en falta, tal vez, una mayor profundidad en el tratamiento de la epistemología y la metafísica posmoderna, así como una explicación más coherente de las relaciones entre colectivismo y pensamiento posmoderno. Pero Hicks hace una buena caracterización del posmodernismo en tanto que acto final del pensamiento contrailustrado.


https://www.youtube.com/watch?v=BBJTeNTZtGU


Más allá de la utilización radical, política y heurística, del posmodernismo por parte de pensadores antisistema nihilistas (como afirma Hicks, el objetivo último de pensadores como Foucault era la desaparición de la especie humana) y farsantes (como confiesa el teórico literario posmoderno Stanley Fish, la deconstrucción “me libera de la obligación de estar en lo correcto... y sólo me exige que sea interesante”), el posmodernismo es una crítica necesaria de algunas de las limitaciones del realismo, el empirismo y el liberalismo. Aunque el daño del posmodernismo a las ciencias sociales, las humanidades y el arte ha sido muy significativo - pensemos en el construccionismo social, la deconstrucción o el orinal de Duchamp- hay elementos del pensamiento posmoderno que debemos tener en cuenta: la razón no es perfecta, el sujeto tiene sesgos que contaminan su búsqueda de la verdad y el individuo no es totalmente autónomo, libre, sino que está sometido a fuerzas sociales e impulsos emocionales. Basta, no hace falta dedicar más tiempo al posmodernismo.

En esta hipótesis, entonces, el Posmodernismo es una generalización del nihilismo dadaísta. No sólo el arte es mierda, “todo” es mierda.

Por suerte, tal y como ha tratado de sintetizar el pensamiento postpositivista, es posible llegar a un acuerdo sensato entre modernismo y posmodernismo sin necesidad de destruir la verdad, el arte, la ciencia o la humanidad. Este acuerdo consiste en aceptar, en primer lugar, que existe una realidad externa independiente de la conciencia, que esta realidad es compleja pero analizable objetivamente; y, en segundo lugar, que los científicos poseen sesgos y limitaciones en el estudio objetivo de la realidad, pero que existen mecanismos para neutralizar estos sesgos, el más importante de los cuales es la existencia de la comunidad científica. También podríamos llegar al acuerdo de que el individuo tiene autonomía en sus decisiones al tiempo que se ve influido por un conjunto de determinantes biopsicosociales y ambientales; que la racionalidad científica y tecnológica produce consecuencias no buscadas y nuevos problemas, pero que las sociedades han progresado gracias a esta racionalidad y son capaces de hacer frente a nuevos problemas, etc.

La lectura de Hicks me ha reconciliado con algunas ideas del postmodernismo (no con la deshonestidad de muchos pensadores posmodernos, claro). El posmodernismo - con su contradictoria defensa simultánea del relativismo y el absolutismo- es, quizá, una de las filosofías más disparatadas de la historia de la humanidad. Pero como todo producto humano, el posmodernismo ha tenido alguna función. Hicks argumenta que el pensamiento posmoderno proporcionó una filosofía a la que agarrarse a una parte de la izquierda radical. También, que parte de la filosofía de la contrailustración era un intento de defender la importancia equilibradora de la tradición, la comunidad y la religión. Creo que la principal función del posmodernismo en el ámbito de la epistemología ha sido alertar del riesgo del realismo ingenuo. En el ámbito de las ciencias sociales y la política, ha sido, quizá, recordar el poder de las fuerzas sociales en la acción humana y la necesidad de considerar también el colectivo como otra unidad operativa (no hacía falta el construccionismo social para aceptar estas conclusiones).  

Pero bien, estamos en el siglo XXI. Creo que una epistemología postpositivista, que contemple la complejidad de la realidad y las limitaciones de los científicos, junto con una visión sistémica, biopsicosocial, analítica y empírica es todo lo que necesita la ciencia social.