sábado, 24 de febrero de 2018

El poder de los introvertidos

Lo tenía en la lista de lecturas pendientes. Pero no acababa de decidirme. ¿Un libro sobre la introversión?, ¿qué interés puede tener para mí en este momento?- pensaba. Sin embargo, la lectura de Quiet: The Power of Introverts in a World That Can't Stop Talking (traducido en español como El poder de los introvertidos) me ha resultado intelectualmente fascinante, y personalmente reveladora.

El espectro introversión-extroversión es un rasgo del temperamento y de la personalidad de los individuos muy estudiado. Todos identificamos a compañeros, amigos y familiares a los que consideramos introvertidos o tímidos (ambos rasgos refieren a aspectos diferentes de la personalidad, pero están relacionados), así como a aquellos genuinamente extrovertidos. Nosotros mismos somos capaces de situarnos en algún punto del continuo introversión-extraversión. Pero no siempre somos conscientes de las profundas implicaciones individuales y colectivas de este rasgo de nuestro temperamento, así como de sus causas más profundas.

El libro de Susan Cain es una magnífica obra de divulgación sobre las bases biológicas y psicológicas de la introversión, pero también es una profunda reflexión sobre el papel de la introversión en nuestras sociedades, en las que la capacidad comunicativa, la asertividad y la autopromoción individual son, por lo general, más valoradas. ¿Cuál es el papel de la introversión en un mundo, como nos dice en el título del libro, que no puede dejar de hablar?

La introversión es un rasgo del temperamento el individuo. Estudios como los de Jonathan Kagan del Laboratory for Child Development de la Universidad de Harvard indican que ya a los cuatro meses de edad los niños muestran patrones de conducta asociados a la introversión-extroversión. En uno de sus estudios más conocidos, el equipo de Kagan analizó la reacción de cientos de niños de cuatro meses de edad cuando interactuaban con desconocidos. La observación de las reacciones de estos niños permitió establecer que en torno a un 20% de los niños podía ser calificado como altamente reactivo, lloraban, se ponían nerviosos, etc.; un 40% permanecían calmados y plácidos, tenían un perfil poco reactivo; y el restante 40% se situaban entre ambos extremos. Al analizar a estos mismos niños años después, el equipo de Kagan mostró que los niños altamente reactivos tendían a tener una personalidad más seria, cauta, introvertida. Los niños poco reactivos eran más relajados y confiados. La alta y la baja reactividad tendían a corresponder con la introversión y la extroversión.

Según muestran los estudios, los niños de alta reactividad que disfrutan de una buena crianza, cuidado infantil y un entorno estable en el hogar tienden a tener menos problemas emocionales y más habilidades sociales que sus pares de menor reactividad.
La cuestión es que los niños altamente reactivos, después jóvenes y adultos introvertidos, no son individuos antisociales; simplemente son más sensibles al entorno, sea este psico-social o ambiental. El rasgo de introversión está relacionado, como muestra Cain, con el concepto de “alta sensibilidad”, promovido por la investigadora Elaine Aron. Las personas altamente sensibles son aquellas con un sistema nervioso más fino, más desarrollado que la mayoría de la gente, más reactivo. La persona altamente sensible o reactiva recibe relativamente mucha más información sensorial que alguien con una sensibilidad media. Por eso le afectan más las reacciones de otras personas, pero también el ruido o los olores. Esto hace que necesite menos estimulación social o ambiental externa que otros individuos, que busque en mayor medida la calma, la soledad y el recogimiento interior. Elaine Aron distingue cuatro cuatro características esenciales de estas personas:
  • Reflexionar de manera profunda sobre la información recibida
  • La tendencia a sobre-estimularse o saturarse
  • Una fuerte emocionalidad ligada a una gran capacidad empática
  • Una elevada sensibilidad sensorial especialmente en cuanto a “sutilezas“.

La investigación de Aron pone de manifiesto que en torno a dos de cada diez personas pueden considerarse como altamente sensibles. La alta reactividad, la alta sensibilidad y la introversión son rasgos del temperamento, es decir, rasgos innatos al individuo y observables desde la infancia. Las causas de la alta reactividad están, seguramente, relacionadas con la activación de la amígdala, el funcionamiento del sistema de recompensa del cerebro y la necesidad diferencial de estimulación del cerebro.



Una cuestión apasionante es el origen evolutivo de la introversión. El espectro introversión-extroversión parece existir también en otras especies animales. Cain cita el trabajo de Sloan Wilson sobre animales “rápidos” y animales “lentos”. La introversión y la extroversión podrían ser estrategias de supervivencia y reproducción radicalmente diferentes pero válidas ambas en función de la situación. En los seres humanos, la importancia de la cooperación y la competición, así como los cambios en las condiciones ecológicas y ambientales permitirían el éxito de ambas estrategias. En algunas ocasiones, asumir riesgos es la estrategia vencedora. En otras, lo es pensar cautelosamente.

Susan Cain reflexiona, también, sobre las posibilidades de los introvertidos de modificar su personalidad o, más bien, de actuar fuera de su personalidad. A partir de la teoría del free trait, Cain nos recuerda que un introvertido puede actuar de modo extrovertido de modo consistente cuando éste está motivado por un proyecto personal importante, que da sentido a su vida. Cuando la persona trabaja para conseguir algo que valora, cuando le mueve una pasión o una fortaleza personal, el amor por una causa o persona, forzarse para ser más extrovertido es una buena estrategia. Nuestra personalidad no es totalmente maleable, pero sí es capaz de adaptarse en una situación determinada.  

Como nos recuerda Susan Cain en su magnífico libro, la timidez es dolorosa, pero la introversión no. Los extrovertidos (ese 40% menos reactivo) piensan menos y actúan más rápido. Los introvertidos son más cautos y reflexivos. Nuestras sociedades necesitan de ambos perfiles, así como de aquellos que se sitúan en el medio del espectro. Susan Cain me ha hecho pensar. Sí, debemos honrar la introversión, tanto en nuestra vida personal como colectiva.