martes, 27 de noviembre de 2018

Cómo tomar mejores decisiones: El modelo WRAP

Aunque sabemos que gran parte de nuestras acciones cotidianas son resultado de hábitos y rutinas -se calcula que cerca del 40%- y no de decisiones conscientes, en ocasiones tenemos que tomar una decisión, tenemos que hacer una elección entre distintas opciones alternativas.

Tomar decisiones sobre cuestiones personalmente relevantes es difícil para la mayoría de personas. En este sentido, funcionar a partir de rutinas es más eficiente, porque evita que caigamos en la fatiga por decisión. Pero no siempre es conveniente perpetuar un hábito. Hay momentos en los que hay que cambiar, y es inevitable decidir. Decidir es difícil por varios motivos. Uno es que desconocemos el resultado de elegir una opción. El futuro de cualquier curso de acción personal u organizativa es incierto. Y la incertidumbre suele generar ansiedad y paralización (la teoría de la decisión habla de parálisis por análisis).




Decidir es difícil, también, porque nuestra mente consciente es capaz de considerar numerosos factores implicados en la decisión, numerosos pros y contras de una decisión. La dificultad de decidir es, en la mayoría de ocasiones, el resultado del hecho de que valoramos más de un factor cuando consideramos nuestras opciones. Por ejemplo, si sólo valoramos el precio de un producto, elegir entre tres productos alternativos es sencillo: escoge el más barato. Pero si consideramos diversos factores como la calidad, los posibles efectos sobre la salud, el origen, si procede de comercio justo, el atractivo de la etiqueta, etc., es fácil quedar paralizado por la decisión.

La toma de decisiones se puede complicar por otros factores relacionados con el contexto de la decisión. Un ejemplo es el fenómeno conocido como “paradoja de la elección”. Investigada por el profesor de psicología Barry Schwartz, hace referencia al hecho de que, en ocasiones, contar con muchas opciones disponibles dificulta la decisión al tiempo que genera niveles de satisfacción menores con la decisión tomada. Hay algunos estudios interesantes al respecto. En uno de ellos, por ejemplo, un grupo de personas tuvo que elegir una marca de mermelada entre seis tipos de mermelada. Otro grupo fue expuesto a 24 tipos de mermelada. El grupo que eligió entre solo seis mermeladas realizó diez veces más compras que el grupo expuesto a 24 opciones. Tener demasiadas opciones puede dificultar la toma de decisiones.




Otro factor implicado es, por supuesto, la personalidad del decisor. La investigación refiere a la distinción básica entre estrategias o personas maximizadores y optimalistas. Optimalistas o satisfacedores (satisficers) son aquellos que evalúan diferentes opciones y cuando encuentran una suficientemente buena, se la quedan. Es una estrategia bastante efectiva en muchos ámbitos y, aunque asociada a peores resultados objetivos, suele estar asociada a un mayor bienestar subjetivo. Maximizadores o perfeccionistas son aquellos que buscan la opción perfecta. Diversos estudios muestran que los maximizadores obtienen, de media, resultados mejor valorados, pero sufren de una menor satisfacción tras la decisión.

Ante una decisión podemos recurrir a distintas estrategias de decisión. Podemos recurrir a nuestros impulsos, a nuestras emociones a corto plazo. Podemos recurrir a nuestra intuición. Podemos recurrir a la norma social, la tradición, lo que hacen otros. O podemos aplicar el razonamiento consciente (la lista pros y contras de cada opción es el proceso más básico en este sentido). El dilema de la decisión es, en muchas ocasiones, fruto de la incompatibilidad entre todos estos mecanismos.

Aunque no hay un método infalible para tomar decisiones conscientes, los profesores de comportamiento organizacional Chip Heath y Dan Heath han desarrollado un método (modelo WRAP) de toma de decisiones en Decídete. Cómo tomar las mejores decisiones en la vida y en el trabajo que merece la pena tener en cuenta ante cualquier decisión. El libro es una lectura muy interesante. También puede encontrarse un resumen del modelo en estos vídeos, poco publicitados, de los autores.

Modelo WRAP de toma de decisiones:

1. Amplía tus opciones: Quizá es el punto más importante del método WRAP. Es fundamental considerar más de una opción en una decisión o problema. Cuando enmarcamos la decisión como un problema binario, de sí o no (ej. comprar esta vivienda o no comprarla, aceptar o no un presupuesto, etc.) estamos limitando nuestras opciones de éxito (ej. podríamos configurar cuatro presupuestos cambiando distintas opciones). Buscar las distintas opciones de una decisión es un paso crítico. Cualquier problema puede, en realidad, tener más de dos o tres soluciones u opciones posibles.




2. Comprueba tus supuestos: El sesgo de confirmación (la tendencia a adquirir información que confirma nuestras creencias previas) es un problema a la hora de tomar una decisión. Realizar pequeños experimentos o aprender de otras personas son estrategias para vencer el sesgo de confirmación.



3. Desconfía de la emoción a corto plazo. La emoción a corto plazo puede conducirnos a tomar decisiones malas a largo plazo. Todos hemos estado ahí. Chip Heath y Dan Heath recomiendan tomar distancia y pensar en nuestras prioridades y valores. La acción comprometida con nuestros valores y metas nos garantiza una mayor coherencia y satisfacción a largo plazo. Como afirman los autores, podemos cambiar de perspectiva preguntándonos: ¿Qué le diría a mi mejor amigo que haga? O, ¿qué haría mi sucesor? o pensando en la regla de 10/10/10: ¿Qué pasará en 10 minutos, 10 meses y 10 años si tomo esta decisión?




4. Prepárate para estar equivocado. Es fundamental estar preparado por si la decisión no genera los resultados deseados. La técnica del análisis premortem, por ejemplo, nos hace situarnos mentalmente en un escenario de fracaso, para evaluar qué ha salido mal. Esto nos ayuda a reducir el riesgo de fracaso en el presente así como a prepararnos ante el fracaso en el futuro. 


No hay un método infalible para tomar decisiones conscientes. Y, seguramente, gran parte de nuestras decisiones van a ser dictadas por nuestras emociones a corto plazo, la influencia externa o el entorno de la decisión. Pero, por lo general, merece la pena utilizar algún método racional de toma de decisiones. La lista de pros y contras y atribución de pesos es poco realista, cuando no inútil. El método de los hermanos Heath es realista y empírico. Y su libro, una lectura muy interesante.

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