sábado, 7 de abril de 2018

Tribus morales y dilemas éticos

Siempre he intuido que existe una explicación sociobiológica de la moral. ¿Por qué todos intuimos que hacer trampas está mal y sin embargo parece imposible ponerse de acuerdo sobre si el aborto es o no moralmente correcto? La visión construccionista de que cada sociedad impone de modo arbitrario un código moral a sus individuos resulta simplista y poco empírica. Algo similar ocurre con la idea de que podemos reducir la moral a una serie de axiomas éticos desarrollados por tradiciones religiosas o filósofos brillantes.

Desde hace más de dos décadas, la investigación en el ámbito de la psicología de la moral y la neurociencia nos ha permitido desarrollar una visión más integradora de la moralidad. Un ejemplo destacado es la investigación llevada a cabo por Joshua D. Greene, profesor e investigador en psicología y neurociencia moral de la Universidad de Harvard. En Moral Tribes. Emotion, Reason and the Gap between Us and Them (2014), Green desarrolla un análisis exhaustivo de la moral fundamentada en la investigación experimental sobre las decisiones morales como las planteadas por el dilema del tranvía (piense un momento: ¿por qué la mayoría consideramos justo desviar con una palanca un tranvía descarrilado que mataría a cinco personas para que solo mate a una persona, pero consideramos injusto empujar a una persona para que muera frente a un tranvía evitando la muerte de cinco personas?).



Greene parte de una definición de la moral diferente a la tradicionalmente asumida en el ámbito de la ética: la moralidad es un conjunto de capacidades psicológicas para promover y estabilizar la cooperación humana. Esta definición es iluminadora. La moral, y las emociones sociales como la confianza, la empatía, el honor, la venganza, los celos o el enfado ante la injusticia, tienen la función básica de equilibrar la conducta cooperativa entre los individuos. Son emociones innatas, desarrolladas y moduladas con la experiencia. Es decir, la moralidad no es solo un conjunto de principios, razonamientos o normas abstractas, sino un conjunto de capacidades psicológicas universales.

Moral Tribes contiene dos ideas fundamentales. En primer lugar, que los seres humanos hacemos frente a dos tipos de problemas morales: Yo versus Nosotros y Nosotros versus Ellos. En segundo lugar, que los individuos poseemos dos mecanismos morales fundamentales para hacer frente a estos problemas: las intuiciones morales (el sistema automático) y el razonamiento moral (el sistema manual).

Los problemas de tipo Yo versus Nosotros son problemas de cooperación entre los miembros de una comunidad. ¿Debo ser egoísta o cooperar? ¿debo hacer trampas o cumplir las normas? En la mayoría de estos problemas, las intuiciones morales nos dan la solución óptima. La mayoría de los individuos intuimos que robar a alguien sin necesidad está mal. La intuición es simple y clara, aunque las intuiciones también tienen sus pautas de funcionamiento. A través de numerosos experimentos realizados con individuos que hacen frente a problemas morales como el del tranvía, Greene pone de manifiesto cómo funcionan las emociones morales. Por ejemplo, la mayoría sentimos que está mal matar deliberadamente a una persona para salvar a cinco (este es el tipo de contradicciones entre emoción y pensamiento utilitarista que Greene analiza en el libro) cuando “matar” a un individuo implica el uso de la fuerza personal (la distancia psicológica es baja), el acto es intencionado y no un efecto indirecto de otro acto (sí, la intención es lo que importa) y cuando el acto se produce por acción y no por omisión. Es decir, nuestras intuiciones morales siguen ciertas pautas. Hacen que nos sintamos mal cuando de modo personal, deliberado y activo perjudicamos a otros individuos en beneficio propio. Es la manera que tiene la evolución sociobiológica de garantizar la cooperación humana.  
  
Los problemas de Nosotros versus Ellos son más complejos. En su origen evolutivo, estos problemas se plantean cuando dos “tribus” deben llegar a un acuerdo. Imaginemos dos bandas de cazadores recolectores que deben decidir si quemar o no unos árboles del bosque. Los miembros de la banda A consideran adecuado quemar los árboles. Los de la banda B lo consideran inadecuado. Asumimos que los individuos dentro de las bandas forman una “tribu” en el sentido psicológico o moral: todos sus miembros piensan lo mismo. La cuestión es que la intuición de los miembros de la banda A dirá que es adecuado quemar los árboles, mientras que la intuición de los miembros de la banda B dirá que lo correcto es no quemarlos. Nos enfrentamos a un problema de Nosotros versus Ellos. ¿Cómo solucionarlo? Aquí es donde la intuición falla y, por tanto, el razonamiento moral es necesario*.




Greene considera que el utilitarismo o el pragmatismo profundo, basado en la evidencia empírica, es la forma más avanzada de razonamiento moral (su sencilla demolición del pensamiento kantiano y de Rawls así como de la justificación de los "derechos" como meras racionalizaciones de intuiciones morales, es asombrosa). El utilitarismo persigue maximizar el bienestar de un mayor número de individuos. Es decir, para saber si una decisión es moral o no, deberíamos analizar empíricamente las consecuencias de esta decisión sobre el bienestar de la mayoría de individuos. Dado que podemos desarrollar una ciencia del bienestar (asumo, con Greene y muchos otros autores que podemos conocer qué factores incrementan la felicidad de los individuos y qué factores los reducen), podemos evaluar cualquier decisión que enfrente a dos tribus en términos de qué impactos tendrá sobre la felicidad de la mayoría. En última instancia, podría haber una decisión empíricamente mejor que otra.

Pero Greene incurre en alguna incoherencia y evita mencionar algunas de las dificultades del utilitarismo empírico. Por ejemplo, Greene aplica el razonamiento utilitarista a problemas de yo versus nosotros como la esclavitud dentro de una misma sociedad. Creo que son problemas en los que no es necesario el razonamiento utilitarista. La esclavitud del 10% de la población podría ser beneficioso para el bienestar de la mayoría. Pero quizá simplemente está mal tener un esclavo y muchas personas, incluso en las sociedades esclavistas, lo sentimos así. El utilitarismo puede indicar que donar a los pobres todo el dinero que te sobra es una decisión racional: pero simplemente los seres humanos no funcionamos así, pues necesitamos dinero para más cosas que satisfacer las necesidades básicas. El utilitarismo también podría sugerir que mandar a los delincuentes presos a una isla paradisíaca sin que se enteren los otros miembros de la sociedad es la decisión correcta porque maximiza el bienestar de la mayoría. Pero simplemente es un problema de Yo versus Nosotros: por supuesto que hay que investigar el efecto de cada tipo de pena sobre la sociedad, pero el castigo es una intuición moral natural entre los individuos, porque favorece la cooperación. El padre de un niño asesinado quiere la aplicación de cierto castigo contra el delincuente, lo cual es “natural” y moralmente defendible (aquí la intuición sobre qué castigo es adecuado o funcional cambiaría con el cambio en los valores y las prácticas de una sociedad, lo cual muestra que las intuiciones morales son modulables por el entorno).   

Entre las dificultades del utilitarismo empírico que Greene no menciona creo que hay dos principales. Primero, que podemos presentar decenas de efectos empíricamente observables de una decisión (cortar los árboles del bosque puede tener decenas de efectos directos e indirectos con los que discutir una decisión), lo que hace que el análisis no sea tan sencillo como pudiera parecer (de ahí el origen del análisis multicriterio). En segundo lugar, que muchos efectos psicológicos y sociales observados de una decisión no son totalmente consistentes, no se producen en todos los casos, o tienen una evidencia controvertida. Por ejemplo, la mayoría de estudios muestra que la pena de muerte no produce una disminución del delito. Pero, ¿es esto cierto siempre? ¿se observa en todas las sociedades? Como todas las preguntas sociológicas, la respuesta nunca es tan consistente como en el ámbito de la física clásica.

Moral Tribes tiene partes apasionantes. Y me ha convencido de varias cosas. Una importante es que no podemos basar toda nuestra moral en el conocimiento científico de nuestra sociobiología: porque en los problemas de nosotros versus ellos, nuestras intuiciones morales siempre nos sugieren lo mismo: nosotros tenemos razón. Pero también, que el argumento de los derechos, la filosofía kantiana o la filosofía rawlsiana son, en gran medida, racionalizaciones de la intuición. Los problemas de Yo versus Nosotros deben ser investigados y discutidos. Pero la intuición moral suele funcionar adecuadamente. En los problemas de nosotros versus ellos, en las controversias morales de las sociedades pluralistas, sólo nos queda el estudio, la investigación empírica, la discusión sosegada y el acuerdo entre “tribus” morales.  



* Los problemas de Nosotros versus Ellos son críticos en las sociedades modernas pluralistas, pero no en el sentido de un país frente a otro. Dentro de una misma sociedad avanzada coexisten numerosas “tribus” morales: gente de izquierda y de derechas, religiosos y ateos, veganos y omnívoros, antivacunas y provacunas, del Madrid y del Barça, etc. Solo el nacionalismo en las sociedades modernas consigue crear una única tribu moral a escala societaria. La posibilidad de generar tribus identitarias dentro de una sociedad es, como mostró la investigación de Sherif, infinita y arbitraria. Pues bien, ante el desacuerdo entre tribus sólo cabe el uso del razonamiento moral, del sistema manual, no intuitivo.

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