sábado, 15 de diciembre de 2018

Modelos sobre la conducta social humana: ¿qué determina nuestro comportamiento?

Una de mis aficiones intelectuales favoritas es coleccionar modelos sobre la conducta social humana. ¿Qué factores determinan nuestra conducta? Un buen modelo causal tiene que dar cuenta de la complejidad de factores que determinan la conducta social humana, desde los relacionados con el individuo hasta aquellos relacionados con el contexto social. Pero, al mismo, tiempo, tiene que ser lo más sencillo posible.

Son numerosos los modelos sobre la conducta social humana. Unos son generales, como el “modelo integrado del comportamiento”, otros aplicables a un tipo de conducta social, como el “health belief model”, en el ámbito de la salud, o el modelo ABC de Stern, en el ámbito de la conducta ambiental. Unos tienen una orientación más actitudinal, como el modelo de Azjen sobre el comportamiento planificado, otros una orientación más ecológica, como el modelo de “people and places” de Maibach y colaboradores.
Toda disciplina interesada en el estudio del ser humano y la sociedad posee algún modelo más o menos explícito sobre la conducta social humana. De hecho, una teoría sobre la conducta social no es más que un intento de modelizar y explicar la influencia de alguno o de todos los factores implicados en la conducta social humana.

He seleccionado tres modelos sobre la conducta social que considero interesantes: el “modelo integrado de comportamiento”, porque diferencia con precisión los elementos actitudinales más relevantes en la conducta al tiempo que considera los elementos no actitudinales; el modelo “people and places” porque muestra el carácter complejo de la conducta social humana; y el modelo de B.J. Fogg, por su simplicidad.

Por supuesto, no todas las conductas son idénticas. Una respuesta automática (como morderse las uñas) difiere de una adicción (como el alcoholismo), un hábito (ducharse por las mañanas), una decisión planificada (comprar un producto). Los tres modelos refieren, más bien, a conductas planificadas, en las que la intención juega un papel más significativo.  

El “modelo integrado de comportamiento”, fundamentado en la teoría de la acción planificada, es, en esencia, un modelo actitudinal mejorado. Considera que el comportamiento está directamente determinado por la intención o decisión de llevar a cabo un comportamiento pero, también, por el conocimiento o las habilidades del individuo, la relevancia o prominencia de la conducta, las barreras externas a la conducta y la existencia de un hábito en relación a ese comportamiento. A su vez, la intención de comportamiento está determinada por la actitud del individuo ante el comportamiento, la percepción del individuo de la norma social y la agencia personal o auto-eficacia. Estos tres factores (considerados por la investigación como los más asociados con la intención de conducta) están, a su vez, determinados por creencias y características personales previas.

  

El modelo de “people and places” es un modelo holístico sobre la conducta social humana (su origen es el estudio de la salud humana). El modelo distingue dos grandes componentes: los atributos de las personas y los atributos de los lugares. Entre los atributos de las personas, el modelo distingue tres tipos o niveles de factores causales: los relacionados con el individuo (actitudes, habilidades, predisposiciones biológicas, características sociodemográficas), las redes sociales de las que forma parte el individuo y la población o comunidad. Entre los atributos relacionados con los lugares, el modelo distingue entre elementos locales y elementos distales. En uno y otro nivel, se incluyen elementos del entorno físico y del contexto social.



Finalmente, el modelo de Fogg sobre el comportamiento considera tres elementos determinantes: la motivación del individuo, la habilidad o facilidad de la acción y la existencia de disparadores de la conducta. La motivación refiere al deseo consistente de realizar una acción. Fogg distingue tres motivadores principales de la conducta: el placer y la evitación del daño; la esperanza y el miedo; y la búsqueda de aceptación social y la evitación del rechazo. La habilidad está relacionada con las capacidades de un individuo para llevar a cabo una conducta pero, sobre todo, con la facilidad o simplicidad de la acción. A igualdad de motivación, cuanto menos rutinaria sea una acción, más esfuerzo requiera y más coste implique una conducta, menos probable será que un individuo la lleve a cabo. Finalmente, la conducta está en función de la existencia de disparadores, esto es, de elementos externos que avisan al individuo de que lleve a cabo la acción o que facilitan que la acción se lleve a cabo.  



Como vemos, los tres modelos enfatizan distintos mecanismos implicados en la conducta social y relacionados con las características de la conducta, el individuo, el contexto social y el contexto biofísico.

Así como el estudio de los sistemas y subsistemas que componen la realidad son “monopolio” de disciplinas específicas (la mente, de la psicología; la sociedad, de la sociología; el cerebro, de la neurociencia; el ecosistema, de la ecología; el subsistema económico, de la economía, etc.), la conducta social humana o, mejor, sus determinantes, son objeto de estudio de las distintas disciplinas interesadas en el ser humano o la sociedad, desde la genética de la conducta a la sociología. De ahí la variedad e interés de los modelos.  

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