sábado, 21 de abril de 2018

Comportamientos insospechados

Todos tenemos supuestos sobre cómo reaccionarán otras personas en determinadas situaciones. Algunos de estos supuestos están basados en la experiencia directa. Otros son tan sólo suposiciones. Una cuestión muy interesante en el ámbito de la investigación social es cómo reaccionan los individuos ante accidentes y catástrofes naturales. La investigación psico-social es abundante al respecto. Y algunos de los resultados resultan sorprendentes, porque contradicen muchos de nuestros supuestos iniciales.

Uno de los resultados más consistentes de la investigación es que la cohesión y la colaboración se refuerzan cuando se producen catástrofes naturales o sociales. Autores como H.A. Lyons, Charles Fritz y Anthony Oliver-Smith han mostrado que los vínculos sociales se refuerzan cuando se produce un desastre natural. La catástrofe produce una comunidad de sufridores, rompe las barreras y la distancia psicológica y social habitual entre los individuos y facilita la conexión interpersonal. Las catástrofes naturales, a pesar del daño material que pueden causar, suelen producir un efecto beneficioso en el bienestar de los individuos, a causa de la mayor conexión y cohesión social que precipita la catástrofe. La distancia entre los individuos desaparece, la amabilidad florece, la depresión se reduce.



Otro supuesto muy común es que la gente entra en pánico tras una catástrofe. Pero resulta que el pánico, como expone Amanda Ripley en The Unthinkable: Who Survives When Disaster Strikes - and Why, es, en realidad, mucho menos frecuente de lo que solemos pensar. Allá por 1954, el sociólogo Enrico Quarantelli, junto con un grupo de investigadores, analizaron la respuesta de varias comunidades tras diversos episodios de tornados en Arkansas. La idea convencional era que la población reaccionaría con una gran indefensión, pero, también, que habría peleas, robos y pánico. Lo cierto es que Quarantelli y sus colaboradores descubrieron que casi todo el mundo tenía un comportamiento ejemplar tras un tornado. Había muestras de comportamiento generoso. Los individuos se protegían unos a otros. Apenas había atascos de salida, ni signos de estampidas.

En 1963, Quarantelli y otros colegas fundaron el Disaster Research Center en la Ohio State University. Resumiendo sus hallazgos en 1975, Quarantelli y Dynes escribían "En general, se fomenta la cooperación en lugar del conflicto". La histeria era en gran medida mítica; acciones confundidas con el pánico, como correr desde un edificio colapsado, son en realidad respuestas razonables al peligro. "Los desastres naturales democratizan la vida social" y "fortalecen la identificación comunitaria". Las distinciones de clase desaparecen, al menos temporalmente, porque las personas sufren y trabajan juntas. El saqueo es extremadamente raro, no así los temores a los saqueos.

Un caso interesante es la respuesta tras el incidente en la central nuclear de Three Mile Island en los Estados Unidos en 1979. Las autoridades ordenaron la evacuación de embarazadas y niños en la zona más cercana a la central. Parte de la población evacuó la zona por iniciativa propia (las personas mayores, como en otros episodios, fueron más reacios a evacuar). Pero como afirma uno de los testigos, "fuera de todo esto, a pesar de que los empleados estaban muertos de miedo, no hubo prácticamente ningún comportamiento irresponsable".

Tras años de estudio, Enrico Quarantelli concluyó que el pánico colectivo es más infrecuente de lo que pensamos; y que este sólo se produce cuando la gente:
  • Siente que está atrapada
  • Tiene un gran sentimiento de indefensión
  • Tiene un sentimiento de aislamiento 

Otras investigaciones como las del psicólogo John Leach refieren a la regla de 10/80/10. Según esta teoría, aproximadamente el 10 por ciento de los individuos hace frente a una crisis "en un estado mental relativamente tranquilo y racional". Estos son los supervivientes. Son capaces de controlar sus emociones, evalúan la situación, priorizan, planifican y actúan. Cerca del 80 por ciento de los individuos, "simplemente quedará aturdido y desconcertado". La mayoría de individuos tiende a quedar inicialmente aletargados, como estatuas (es la conocida como “respuesta letárgica”). La clave para la supervivencia de este grupo, nos dice Leach, es recuperarse rápidamente de la "parálisis cerebral”. El papel decidido de una figura de autoridad puede ser aquí decisivo. Finalmente, el 10 por ciento restante "pierden el control". Estos individuos pueden volverse histéricos y entrar en pánico.

Como concluyen muchos supervivientes a desastres naturales, lo importante es tener un plan y confiar en las autoridades. Ripley refiere en The Unthinkable a la situación de dos comunidades costeras de Indonesia, Langi y Jantang, ambas golpeadas por un tsunami. Mientras que en la primera comunidad sobrevivió el 100% de la población, en la otra comunidad apenas sobrevivió el 50% de la población. La gran diferencia: la primera comunidad tenía una tradición de evacuación sólida, había realizado ensayos de evacuaciones, sus habitantes estaban familiarizados con la evacuación. Estaban preparados. En la otra comunidad, apenas sabían lo que era un tsunami.

En The Unthinkable encontramos un buen repaso a parte de la investigación psicológica y sociológica sobre la respuesta a desastres. ¿Qué determina que unas personas sean capaces de evacuar a tiempo y otras no?, ¿hay diferencias culturales en las reacciones frente a una catástrofe?, ¿por qué es tan importante la confianza?, ¿qué convierte a unas personas en más resilientes que otras?, ¿por qué el líder adecuado puede ser crítico para la supervivencia?, ¿por qué las personas evacúan en grupo, contradiciendo los modelos simplistas de evacuación? Nuestros supuestos sobre la conducta de los individuos en situaciones de emergencia son, en muchas ocasiones, equivocados. The Unthinkable es un buen repaso a algunas de estas cuestiones.

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