domingo, 26 de abril de 2020

Ocho factores asociados a la felicidad de los países

La investigación sociológica y transcultural sobre la felicidad ha producido numerosos hallazgos interesantes. Iniciativas como el World Happiness Report, el World Database of Happiness o el Happiness Research Institute han logrado identificar los factores sociales y poblacionales que están asociados a mayores niveles de satisfacción vital, sentido y emocionalidad positiva en una población dada. Las sociedades que tienen una puntuación más alta en estos factores tienden a tener una población con niveles de felicidad medios más elevados. 

Los estudios psicológicos, sociológicos y transculturales sobre la felicidad han adoptado diferentes formas de conceptualizar y medir la felicidad o el bienestar subjetivo. Son decenas las formas de medida sociológica de la felicidad. Una de las más aceptadas es la desarrollada por la OCDE en su informe OECD Guidelines on Measuring Subjective Well-being. Esta conceptualización de la felicidad distingue tres dimensiones: satisfacción vital, afecto o emocionalidad positiva y sentido vital. 

¿Cuáles son los factores poblacionales influyentes en la felicidad? Veamos dos modelos que han sido divulgados recientemente:

El último informe del World Happiness Report considera siete factores asociados a la felicidad poblacional: PIB per cápita, apoyo social, expectativa de vida saludable, libertad para tomar decisiones, generosidad y ausencia de corrupción*.  Los países más ricos, con mejor salud, en los que las personas cuentan con amigos y apoyo, en los que los individuos sienten que tienen la capacidad para tomar decisiones libremente, para dedicarse al trabajo que les hace feliz, en los que la población es más generosa y dona más dinero a distintas causas y en los que se percibe que hay poca corrupción administrativa y política tienen ciudadanos con mayor satisfacción vital.





El estudio patrocinado por The blue Zones of Happiness considera seis factores universalmente asociados con la felicidad (PIB per cápita, expectativa de vida saludable, generosidad, tolerancia, confianza social) y 20 factores asociados con las tres vías a la felicidad (igualdad de estatus, trabajos interesantes, humildad, diversión, seguridad, servicios para ancianos, expectativas, círculo social, humor, poca urgencia temporal, fe, bajo materialismo, orden, igualdad racial, propiedad de la vivienda, supervisión benevolente)





Una síntesis de los dos estudios produciría estos ocho factores esenciales para la felicidad social: 

  • PIB per cápita
  • Esperanza de vida saludable
  • Apoyo social
  • Libertad para tomar decisiones
  • Generosidad 
  • Ausencia de corrupción 
  • Tolerancia
  • Confianza social 


Una última cuestión relevante: la distribución de la satisfacción vital dentro de cada país es diferente. Es decir, en ciertos países, la distribución es más simétrica que en otros (los individuos son más parecidos entre sí), lo que indica diferencias internas interesantes. 



  1. GDP per capita
     – Country income divided by population
  2. Social support
     – Having someone to count on when in need
  3. Healthy life expectancy
     – Expected years of life in good health
  4. Freedom to make life choices
     – Liberty to choose what to do in life
  5. Generosity
     – Giving back to charities
  6. Perceptions of corruption
     – Same as Corruption Perceptions Index (CPI), a lower score means a very high corruption.


sábado, 25 de abril de 2020

Innovación social frente al coronavirus

Cuando las sociedades humanas enfrentan nuevos problemas derivados del entorno biofísico o la organización social, pero también cuando intentan satisfacer de modo más efectivo alguna necesidad biopsicosocial, producen alguna forma de innovación, radical o incremental, técnica, social, comportamental u organizativa. El cerebro humano está especialmente dotado, por su desarrollo sociobiológico, para hacer frente a los retos derivados del entorno biofísico, interpersonal y social. Y las sociedades humanas, cuando florece la autonomía, la libertad, la seguridad y la conexión social, propician de modo eficiente la combinación y transmisión de ideas. 


Una perspectiva interesante es considerar la dimensión social y tecnológica de todas nuestras herramientas e innovaciones, incluidas aquellas con las que nos enfrentamos a la pandemia de coronavirus. Una innovación tecnológica implica la introducción -o la mejora- en la sociedad de un nuevo producto material (o proceso). Pensemos en una nueva máquina industrial, una nueva vacuna, un nuevo medio de transporte o de comunicación. La innovación tecnológica es crítica en el cambio social así como en la forma en que las sociedades interactuamos con el entorno biofísico. Frente al coronavirus, por ejemplo, influentes como Bill Gates, en un artículo reciente, han advertido de la necesidad de desarrollar herramientas innovadoras para detectar, tratar y prevenir el virus como pruebas diagnósticas más eficientes, mejores aplicaciones para el seguimiento de contactos o nuevos medicamentos y vacunas. 


Pero, junto con la necesidad de la innovación tecnológica, Gates refiere a la necesidad de innovaciones sociales y organizativas, como por ejemplo, la mejora en la selección de personas para la realización de pruebas diagnósticas o la mejora el rastreo de infectados así como de sus contactos. 


Y es que, en el fondo, nuestra capacidad de respuesta ante nuevos retos y amenazas es, casi siempre, resultado de una combinación de innovaciones sociales y técnicas o, como afirmara el historiador Thomas Hugues a propósito del desarrollo del sistema eléctrico moderno, el resultado de cambios socio-técnicos. Hugues ponía de manifiesto una idea clave en el estudio social de la innovación: que cualquier innovación tecnológica es siempre resultado del cambio interrelacionado en artefactos y técnicas y en elementos sociales, conductuales, económicos y legales. 


Pero volvamos al concepto de innovación social


Como afirma el profesor de psicología de la Universidad de Queensland, Australia, William von Hippel en su interesante The Social Leap: The New Evolutionary Science of Who We Are, Where We Come From, and What Makes Us Happy, la innovación social implica resolver un problema a partir de cambios en las relaciones personales. Para Von Hippel, la hipótesis de la innovación social implica que los seres humanos estamos especialmente dotados para reflexionar sobre el mundo interpersonal y producir innovaciones sociales (por ejemplo, desarrollar un plan para hacer frente a los sociópatas, al que más tarde llamamos cárcel) pero no tanto para la innovación tecnológica (aunque, por supuesto, esta es uno de nuestros puntos fuertes frente a otras especies).

Nuestro cerebro evolucionado permite construir planes complejos innovadores relativos a problemas del mundo social y el mundo biofísico y técnico manipulando, recombinando, creando nuevos elementos materiales y societales. La cuestión es que los seres humanos no somos tan solo innovadores tecnológicos excepcionales, sino también excepcionales innovadores sociales (Von Hippel refiere a la dificultad de otros primates no humanos para desarrollar mecanismos sociales para, por ejemplo, castigar la conducta antisocial). 





Según Von Hippel, la innovación técnica es más excepcional en las sociedades humanas de lo que parece. Pensemos, por ejemplo, que tan solo una parte muy reducida de la población produce innovaciones tecnológicas o que transcurrieron más de 40.000 años desde la invención del fuego hasta la invención de la rueda. La hipótesis de la innovación social predice que casi todos los seres humanos podríamos ser innovadores -cuando aparece un problema nuevo y suficientemente relevante para el que nuestras prácticas sociales y tecnológicas heredadas no tienen respuesta- pero que la mayoría de las personas dirigirá sus capacidades inventivas hacia las soluciones sociales en vez de hacia las soluciones técnicas. 


De modo que frente a una crisis de salud pública como la derivada del coronavirus, gran parte de las respuestas de nuestras sociedades son de carácter social u organizativo. Pensemos en las intervenciones de salud pública como el cierre de escuelas, tiendas y restaurantes; imponer restricciones al transporte; la prohibición de las reuniones públicas u ordenar el distanciamiento social. Estas son la primera línea de defensa contra una epidemia en ausencia de una vacuna. Diversos estudios en Estados Unidos sobre el efecto de las respuestas frente a la epidemia de gripe de 1918 han mostrado que el número de muertes en el pico de mortalidad fue un 50 por ciento más bajo en las ciudades que implementaron medidas preventivas desde el principio, en comparación con las que lo hicieron más tarde o no implementaron medidas. Mantener estas medidas durante un tiempo prudencial fue, también, crítico en la reducción en la cantidad máxima diaria de muertes, aunque no tanto en la reducción en el número acumulado de muertes. 


El distanciamiento social -también denominado distanciamiento físico- representa un ejemplo paradigmático de innovación social. Este incluye un conjunto de medidas tales como evitar el contacto físico, el confinamiento en el hogar o la cancelación de los actos públicos. En esencia, se trata de una forma alternativa de organizar las relaciones entre las personas para hacer frente a un problema: la transmisión acelerada de una infección entre la población. Según informa Wikipedia, el distanciamiento social tiene su origen en el siglo quinto AC, se implementó con poco éxito a partir del siglo quinto DC durante la plaga de Justiniano y fue utilizado, en épocas más recientes y de modo más sistemático, durante la epidemia de “gripe española” en 1918.  


En definitiva, la capacidad para combinar de modo innovador soluciones técnicas y sociales es, quizá, uno de los puntos fuertes de nuestra especie. Como afirma Bill Gates, de la capacidad para trabajar conjuntamente en la comprensión del funcionamiento del coronavirus así como en el desarrollo e implementación inteligente de las herramientas adecuadas dependerá que seamos capaces de declarar el fin de esta pandemia y prevenir y contener la próxima.