martes, 12 de julio de 2016

Superforecasting

En el ámbito de la predicción política, social, organizativa o económica, es difícil diferenciar entre las predicciones de calidad y la mera charlatanería. Un tertuliano o un experto puede hacer una predicción sobre qué partido conseguirá formar gobierno, sobre si disminuirá o aumentará el paro en el próximo mes o sobre si se pondrá fin a la guerra en Siria durante este año. Pero es probable que nunca sepamos su tasa de acierto.

Philip Tetlock es uno de los científicos sociales que más ha investigado sobre la predicción política. En su ya famoso trabajo Expert Political Judgment: How Good Is It? How Can We Know? (2005), Tetlock analizó la capacidad de predicción de más de 250 expertos y comentaristas de distintos ámbitos profesionales. Estos expertos realizaron miles de predicciones sobre temas diversos relacionados con la política, la economía o las relaciones internacionales. Sus conclusiones tras años de estudio fueron que gran parte de los considerados expertos y comentaristas tenían la misma capacidad de predicción que un chimpancé lanzando una moneda. Cuanto más confiados y famosos parecían los expertos, más inexactas eras sus predicciones.

Los datos permitieron distinguir a Tetlock entre dos perfiles de expertos predictores: los erizos y los zorros. El nombre de erizo y zorro provenía de un famoso ensayo del filósofo Isaiah Berlin The Hedgehog and the Fox. Los erizos eran expertos confiados, ideológicos, que evitaban la complejidad de los fenómenos. Eran los favoritos de los medios de comunicación. Se mostraban seguros en sus predicciones, confiados. En gran medida, porque estas siempre se ajustaban a una visión global predeterminada, casi siempre ideológica. Los zorros, por el contrario, eran analíticos, minuciosos, utilizaban el pensamiento probabilístico, agregaban datos diversos, cambiaban sus predicciones ante nuevas evidencias. Los zorros se mostraban menos confiados en sus predicciones, por lo que ocupaban menos espacio en los medios de comunicación. Sobra decir que los zorros producían predicciones mucho más fiables que los erizos. 

En Superforecasting: the Art and Science of Prediction, Tetlock explica la manera de pensar de los buenos predictores, personas con una capacidad de predicción muy superior a la media (zorros extraídos de la población general). Los datos proceden del proyecto Good Judgment Project, iniciado en 2011 con motivo de un torneo organizado por IARPA. Para el proyecto se reclutaron a miles de predictores voluntarios a los que se pidió realizar predicciones durante meses sobre todo tipo de temas políticos, sociales y económicos. De estos voluntarios, 260 fueron considerados superpredictores.

Una predicción consiste en una estimación de la probabilidad de que algo ocurra. Las predicciones son difíciles. La capacidad de predecir algo depende, en esencia, del marco temporal de la predicción (cuán lejano en el tiempo), lo que estamos intentando predecir y bajo qué circunstancias. Como afirma Tetlock, la predictibilidad y la impredictibilidad coexisten de modo complicado en los sistemas interconectados que constituyen nuestros cuerpos, nuestras sociedades y el cosmos. Por ejemplo, predecir con precisión la tasa de paro del año que viene es factible, como también la temperatura en una ciudad dentro de dos días. Pero es difícil predecir de modo fiable la tasa de paro dentro de 15 años o la temperatura dentro de 15 días. Predecir quién será el presidente del gobierno un mes antes de unas elecciones es factible, pero predecir el presidente del gobierno dentro de siete años es prácticamente imposible.
La cuestión es que los superpredictores utilizan de manera excepcional el pensamiento analítico probabilístico. Y dado que obtienen feedback de sus predicciones, son capaces de mejorar con el tiempo su capacidad de predicción. Por ejemplo, la mayoría de nosotros utilizamos una probabilidad intuitiva por la que las cosas sucederán seguro (100%), puede que sucedan (50%) o no van a suceder (0%). Eso cuando usamos mínimamente nuestra capacidad analítica y no confiamos en el destino. Sin embargo, los superpredictores son capaces de establecer una probabilidad de ocurrencia precisa de un fenómeno, con diferencias del 5%.

No es esta la única diferencia entre superpredictores y personas comunes, claro está. Por ejemplo, la mayoría de individuos juzgamos el mundo a través de nuestra identidad social, nuestra ideología política y numerosos sesgos cognitivos. Sin embargo, los superpredictores afinan su habilidad de predicción recogiendo evidencia, ajustando sus predicciones, cambiando de opinión si la evidencia contradice el juicio previo, reflexionando sobre su práctica, siendo intelectualmente humildes.

En Superforecasting, Tetlock analiza también las pautas de pensamiento de los superpredictores. Así como qué ocurre cuando estos trabajan en equipos colaborativos (los equipos que son capaces de cooperar de modo eficaz pueden llegar a ser hasta un 23% más precisos que los individuos). Finalmente, proporciona una lista de los diez mandamientos de los buenos predictores. Es recomendable prestar atención a la evidencia disponible si queremos mejorar nuestra capacidad de predicción.

Hacer buenas predicciones tiene una gran importancia en el ámbito de la toma de decisiones en gobiernos y organizaciones. Hay bastante evidencia de que el análisis riguroso, empírico, ha contribuido a la mejora en las políticas gubernamentales. Algo similar espera Tetlock para el papel de las predicciones en el siglo xxi. Pero Tetlock es consciente de algunos de los retos que dificultan la transformación científica de la predicción sociopolítica:

It follows that the goal of forecasting is not to see what’s coming. It is to advance the interests of the forecaster and the forecaster’s tribe.



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