sábado, 18 de mayo de 2013

¿Pagarías por tener un amigo? Sobre "Lo que el dinero no puede comprar", de Sandel


¿Es justo que alguien pague dinero a otro por hacer cola en un espectáculo gratuito? ¿Y apostar contra la vida de otras personas? ¿Es socialmente deseable pagar a los niños para que estudien o lean libros?  ¿O regalar dinero en un cumpleaños? 

A estas y otras cuestiones trata de responder Michael Sandel en su nuevo libro Lo que el dinero no puede comprar. Sandel es profesor de ética social en la Universidad de Harvard y uno de los principales autores del denominado comunitarismo filosófico. Es uno de los académicos más populares de Estados Unidos, por su curso sobre Justicia, muy recomendable y seguido por miles de alumnos y por su libro sobre esta misma cuestión.


Su nuevo libro sobre los mercados es un libro de ética social; eso que a muy pocos nos han enseñado adecuadamente en este país, y que trata sobre cómo debe ser una sociedad. Sandel parte de un hecho empírico demostrable: cosas que antes quedaban fuera de la esfera del mercado (de la compra-venta) han pasado a ser objeto de intercambio económico. ¿Cuá es el impacto? Bien, la investigación parece mostrar tres elementos:  


a) incorporar elementos de mercado a ciertos intercambios sociales los hace más eficientes. La economía trata sobre esto (el ejemplo de cómo el hecho de regalar dinero en vez de objetos aumenta la satisfacción de los individuos es muy divertido, sobre todo para los locos de la economía).  


b) cuando introduces mecanismos de mercado en los intercambios sociales aumentas la probabilidad de generar desigualdad social. Si alguien se compra un ordenador, en principio esto no limita las oportunidades de nadie para comprar otros ordenadores. Pero si la atención médica empieza a subastarse y solo los que tienen más recursos pueden comprarla, muchos se ven perjudicados.


c) La introducción de normas de mercado destruye otras normas existentes como la cooperación, el altruismo, la generosidad, la honestidad, el honor, etc. Los estudios muestran que cuando mercantilizas un acto (como donar sangre), la gente está menos dispuesta a ofrecerlo por motivos no económicos.


Fundamentados en estos tres impactos podemos juzgar moralmente el dominio de los mercados a partir de las cuatro grandes tradiciones éticas que Sandel explica en Justicia. Estas tradiciones se basan, en esencia, en cuatro preguntas fundamentales: ¿es útil para la mayoría? (postura utilitarista), ¿nos da mayor libertad de elección? (postura liberal) ¿es socialmente justo? (postura de justicia social), ¿es bueno o virtuoso? (postura aristotélica o comunitarista).


Las cuatro posturas tienen sus fortalezas y debilidades; pero todas ayudan a entender cómo juzgamos moralmente las cosas. Cada lector, si no es indiferente al tema, se sentirá más próximo a una de ellas. Veamos. La ampliación de los mercados a nuevos ámbitos de la vida privada y social soporta la prueba utilitaria y de libertad. Si un individuo compra el seguro de vida de un enfermo terminal, el enfermo terminal y el comprador del seguro se verán beneficiados. Si un comprador compra sangre a un individuo plenamente consciente, los dos individuos son libres de realizar la transacción.

 
Pero ¿qué pasa con los otros impactos? Los mecanismos de compra-venta de ciertos intercambios sociales fracasan en la consideración de justicia social (generan más desigualdad) y en el juicio sobre su contribución a una sociedad buena. Regalar dinero a tu amigo por su cumpleaños, o peor aún, en San Valentí o Sant Jordi, no puede ser bueno. Esta última es la idea esencial que defiende Sandel. Vender sangre o pagar a los niños por estudiar (sin complementarlo con otras intervenciones) desvirtúa el valor de la donación y del estudio; actos que deberíamos valorar.

Mi versión de los hechos, siguiendo a Sandel: Los mercados de bienes permiten que tú y yo tengamos el ordenador frente al que estamos sentados. Y que tengamos algo que comer en la nevera. Generan externalidades positivas y alguna negativa. Pero poder vender y comprar otras cosas puede crear muchos más problemas de los que resuelve. Deberíamos considerar los cuatro argumentos. Leed el libro, o no, pero es recomendable.

 

2 comentarios:

  1. Ah! Siempre pensé que regalar dinero por el cumpleaños no tiene ninguna gracia.'Mercantilizar' resulta cuanto menos chocante cuando se trata de aspectos como la salud o sumamente privados, si bien este último concepto cada vez se diluye más.

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    1. Yo también lo creo...En Estados Unidos les fascinan más estas cosas. Pero por aquí también lo hacemos. Ya no hay nadie que haga un regalo en las bodas. Pero quizá es más práctico así. Y parece que alguno ha empezado a pagar a otros para hacer colas (inscripción para actividades del ayuntamiento, etc.). A dónde llegaremos? :)

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